Cambiar para sobrevivir

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elegir camino

 

La vida es un proceso activo, no importa donde observemos, todo se mueve, animales, plantas, incluso las montañas, todo lo que podemos observar en la naturaleza evoluciona hacia un cambio. También los humanos, nosotros. La diferencia entre los cambios en la naturaleza y los humanos es que la naturaleza se deja cambiar, no puede hacer nada para evitar que su entorno la degrade, seque, erosione, queme, mientras que nosotros podemos formar parte del proceso de cambio, podemos dirigirlo y programarlo. Elegimos como vivir nuestra vida tomando decisiones continuamente: que si, que no, que más adelante, que ahora doy la vuelta…tenemos total libertad para encauzar nuestra vida por el camino que queramos.

La tendencia al cambio forma parte integral del organismo que somos, esta tendencia nos impulsa a cambiar de vivienda, de pareja, de trabajo o de peinado en función de la etapa en ese momento. Entonces, ¿Qué es lo que les pasa a las personas cuando se niegan al cambio? Que van contra natura, si todo exige evolucionar y por diferentes cuestiones ésta no se produce, se bloquea el avance hacia una realización constructiva de todas sus posibilidades que le son inherentes. Su Yo potencial se inhibe, surge un malestar y un vacío difícil de llenar.

Queremos pensar que en los humanos hay algo más que nos impulsa, una fuente central de energía, esta fuerza interna nos lleva a buscar la excelencia, a crecer más allá de lo evolutivamente coherente. Existe un movimiento continuo necesario para la autorrealización, Carl Rogers lo llama “flujo subconsciente de movimiento” sin autorrealización no se cierra el círculo, no hay, por lo tanto, satisfacción personal ni alegría.

 

 “Estamos sintonizados con una poderosa tendencia creativa que ha formado todo nuestro universo,

desde el menor copo de nieve hasta la mayor de las galaxias,

desde la ameba más humilde hasta la persona más sensible y más dotada”.

Carl Rogers

La vida en sí es un flujo, un proceso en el que la personalidad evoluciona en función de la interpretación que cada uno haga de las experiencias que vive. Se forma nuestra personalidad igual que se forma un puzzle, vamos encajando piezas hasta completar el dibujo, eso en el mejor de los casos. Cuanta gente hay que deja su dibujo a medias…

 

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