¿Tener éxito o ser feliz se aprende?

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Aprendiendo otras opciones

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Para tener éxito en la vida siempre se ha pensado que hay que ser inteligente. Tener un CI (coeficiente intelectual) alto, es sinónimo de poder, dinero y triunfo. Significa, por lo menos, que vas a defenderte bien en la vida y conseguir todo eso que te pongas como meta.

Pero ¿y si no naces una inteligencia alta? ¿ya no triunfas? ¿no vas a ser nadie en la vida? ¿sólo la gente muy inteligente ha triunfado? Estas y otras preguntas se han planteado desde hace años en la investigación científica y se ha llegado a muchas conclusiones.

 

 

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1º- Hay mucha gente inteligente que no consigue destacar en lo que ha estudiado o le gusta

2º-Hay mucha gente menos inteligente que vive de lo que le gusta y vive muy feliz

3º-Hay gente que ha triunfado (independientemente de su inteligencia) y no es feliz

4ª- Hay gente que no busca el triunfo y se conforma con un estilo de vida menos ostentoso (ya sea muy inteligente o no)

5º-Hay gente, con el mismo CI, que consigue triunfar y otros no

6º-Las personas muy inteligentes no siempre quieren serlo, buscan el bienestar por encima del éxito

Podríamos seguir enumerando diferencias, pero con estas creo que bastan para lo que quiero mostrar, y es que tener una gran inteligencia no marca la diferencia en cuanto al éxito o la felicidad en la vida.

Pero, entonces, ¿Qué es lo que diferencia a unas personas de otras y qué es lo que se puede hacer para tener éxito?

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La clave está en la IE (inteligencia emocional) Peter Salovey y John D. Mayer han sido los principales investigadores en inteligencia emocional, pero Daniel Goleman escribió su libro “La inteligencia emocional. Por qué es más importante que el coeficiente intelectual” en 1995, este libro se mantuvo en la lista de best sellers del New York Times durante un año y medio, se vendieron 5 millones de ejemplares, está traducido a 40 idiomas y cambió muchas mentalidades.

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Hoy se sabe que es posible aprender a ser más empático, entenderse a uno mismo y al otro, controlar los impulsos, ser constante, saber comportarse socialmente, saber motivar/motivarse y mucho más. Todo ello forma parte de un comportamiento asimilado en casa y a lo largo de nuestra vida, ya que es un aprendizaje que se suele hacer a lo largo de los años, pero, también se puede aprender de forma correcta y rápida, en terapia.

Según estudios científicos, la terapia cognitivo-conductual es el mejor sistema para desarrollar la inteligencia emocional. Con esta terapia se aprende a cambiar los pensamientos y las conductas que surgen a continuación. Gracias a la plasticidad neuronal, podemos cambiar a cualquier edad siempre que haya voluntad de gestionar las emociones y llevar a cabo la transformación.

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Según Goleman, el coeficiente intelectual solo contribuye al 20% de nuestro éxito en la vida. El 80% restante es el resultado de la inteligencia emocional. Por eso una persona puede ser una mente brillante a nivel intelectual, pero emocionalmente incapaz de entender al otro o entenderse a sí mismo.

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Existen muchas formas de aumentar nuestra Inteligencia Emocional para el día a día, no es necesario hacer un máster para obtener los beneficios. Aquí te dejo unas pautas básicas para que veas un poquito de qué va este aprendizaje.

 

 

 

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Aumenta tu IE (inteligencia emocional) si:

Practicas mantener la calma en momentos de tensión. Las tensiones externas no tienen porque ser tus emociones, déjalas pasar si no son tuyas, así conseguirás pensar con claridad.

Te enfrentas a tus emociones y les pones nombre. Sólo hay cuatro emociones básicas a partir de las cuales se crean todas las demás: alegría, tristeza, enfado y miedo. Algunos autores añaden sorpresa y angustia. Aprende más sobre ellas, añade otros estados emocionales.

Aprendes a escuchar criticas sin que te afecten. Pon atención a la emoción que producen y tómalas como una fuente de información para ayudarte a ser más consciente de ti.

Observas el lenguaje no verbal tuyo y de los demás. Vas a detectar mucho antes tus emociones si te fijas en la posición que adopta tu cuerpo, tu respiración, rubor, tensión muscular y otras sensaciones físicas. Son patrones interrelacionados que te dan pistas.

Hablas de tus sentimientos sin victimismos. Los sentimientos son el resultado de una emoción y de lo que estás pensando sobre esa emoción. No puedes evitar la emoción porque es automática, pero sí puedes modificar tus pensamientos y con ellos se alejará el sentimiento doloroso.

Pones límites a los demás, priorizándote. Desarrollando la asertividad podrás aprender a pedir tu lugar con respeto, pero sin ceder un ápice de tus derechos.

Adoptas una actitud empática y social para tu desarrollo personal. Céntrate en un aprendizaje a la vez, después pasa a otro y a continuación otro. Practica para crecer y ser la persona que quieres ser, sin excusas, repitiendo esa conducta hasta que se automatice.

Aceptas, aprendes y agradeces. Acepta que no siempre tienes razón, ni todo debe funcionar según tus expectativas. Aprende a respetar la opinión de los demás, los deseos y comportamientos aunque sean molestos para ti. Agradece lo bueno de tu vida, todo lo que eres, tienes y puedes hacer, es parte de tu persona y eres libre para ponerlo en práctica.

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EL DESAFÍO DE ARISTÓTELES

Cualquiera puede enfadarse, eso es algo muy sencillo. Pero enfadarse con la persona adecuada, en el grado exacto, en el momento oportuno. Con el propósito justo y del modo correcto, eso, ciertamente, no resulta tan sencillo.

Aristóteles, Ética a Nicómaco.

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Esto sí es Inteligencia Emocional.

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