Tu miedo hace que suceda lo que temes.

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Efectivamente, el miedo hace que suceda lo que tememos, y no por arte de magia, sino por poner el foco en eso que más miedo nos provoca. Pueden ser causas tan diversas como miedo al futuro, a una enfermedad, a tener un accidente, a perder un trabajo, a que la pareja nos abandone, etc.

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Y existe una explicación científica.

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Nuestra mente es tan poderosa que tiene la capacidad de captar millones de bits por segundo, pero no tiene sentido procesar esa cantidad de información cuando la mayoría no la vamos a usar más. Por eso, nuestro cerebro ha desarrollado el SRAA o sistema reticular activador ascendente, que se encarga de filtrar y priorizar qué información es importante para nosotros.

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¿Y como sabe nuestro SRAA cual es la información importante de atender? Pues porque dedicamos gran parte de nuestro tiempo a pensar sobre ello. Imagina que te quieres comprar un coche X de color azul. ¿a que de pronto comienzas a detectar una gran cantidad de coches de ese mismo modelo?

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Igual funciona para nuestros miedos, si tememos que suceda algo vamos a estar sensibles a todo eso que puede llevarnos a la desgracia, y de forma inconsciente nos acercamos a eso en lo que pensamos de forma ininterrumpida.

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Por suerte podemos poner a funcionar este mismo sistema reticular en positivo. Si ponemos la atención en lo bueno vamos a estar más atentos a eso que nos beneficia y es mucho más fácil que lo consigamos. Se ha descubierto que si ponemos pasión, ilusión y dedicación a algo que queremos conseguir, se activa el proceso de neurogénesis. La neurogénesis consiste en la generación de nuevas neuronas, esta posibilidad se pensaba que solo se daba en el desarrollo prenatal, pero en 1998 el equipo de Peter S. Eriksson demostró que también los adultos pueden generar nuevas células neuronales.

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Esta maravilla sucede dentro del sistema límbico, en una estructura llamada hipocampo y que también es responsable de la memoria, el aprendizaje, la orientación espacial y la regulación emocional. Allí se desarrollan las células madre, capaces de dividirse indefinidamente y que más tarde se modifican para convertirse en diferentes tipos de células especializadas.

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Para mantener la producción de estas nuevas células debemos procurar una estimulación adecuada del cerebro. Buscar aumentar la ilusión, la curiosidad y el movimiento en nuestra vida, tocar un instrumento, aprender un nuevo idioma, hacer deporte o ejercicio con control y adecuado a la edad, son actividades que van a estimular al cerebro y ralentizar el deterioro cognitivo natural que se produce con la edad.

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Por supuesto, partimos de la base de que no todo está en las células, no todo es genético y tenemos una cierta responsabilidad en nuestras propias decisiones. Hay cuestiones inevitables de las que no podemos escapar por mucho que pongamos o quitemos la atención. Podemos temer a la muerte, a un terremoto o a una pandemia y no por eso llegan antes, pero aquí hablamos de esas otras situaciones en las que nuestra atención afecta al resultado, ya que esa atención influye en nuestra actitud y comportamientos.

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Este cambio en la actitud y ese convencimiento de que algo malo va a pasar si nos puede llevar a un comportamiento cercano al autoboicot, si no tenemos cuidado. Para empezar a vencer al miedo solo tienes que recordar todas aquellas veces en las que pensabas que iba a pasar algo malo y al final no pasó. Todas o casi todas.

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Después ya puedes seguir por quitarle toda tu atención a ese pensamiento, por otro lado, enfócate en reducir esas situaciones que te generan miedo y si no puedes reducirlas, se consciente de que están ahí y prepárate por si tienes que afrontarlas.

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Si llega el momento de confrontar una situación que te da miedo, adelántate teniendo a mano todo el arsenal adecuado: recuerdos escritos de tus éxitos, momentos bonitos con gente a la que quieres (también valen fotos) y el móvil de una persona “guía” que te ayude en caso extremo. El miedo aumenta porque se alimenta de eventos y pensamientos negativos, por lo tanto, no lo vamos a alimentar.

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