NO ME RESPETAN

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Todos tenemos momentos en la vida en que nos planteamos un cambio como la solución ideal para miles de cosas que pensamos que “no funcionan” en nosotros. A ti seguro que también te ha pasado que sientes que te utilizan o que no te toman en serio. Decides que no te gusta cómo te tratan y quieres demostrarle a la gente quien eres realmente, por lo tanto, te dices que a partir de hoy te vas a esforzar más por ser como tú eres realmente (tú por dentro, que te conoces) que vas a pasar de todo y todos, y que vas a cambiar drásticamente tu forma de ser con los demás.

Lo mejor para llevar a cabo ese cambio siempre pensamos que es hacer borrón y cuenta nueva y comenzar a comportarte de otra manera, pero al cabo de unos días te sorprendes con que has hecho algo que no querías hacer más, que has repetido un patrón de comportamiento que querías evitar…y aquí comienzan los problemas:

Por supuesto puede haber muchas más formas de enfrentarte a la situación, pero vamos a centrarnos en estas cinco del ejemplo para comenzar.

Pueden encontrarte con estas 5 situaciones:

  • Reconoces que has hecho algo que te sale de dentro “porque tú eres así” …

A eso se le llama justificar tu comportamiento, y si estás justificando el “ser así” como parte de tu personalidad te va a costar modificarlo.

Cambia el chip, nadie “es así”, la personalidad no es algo con lo que nacemos al 100%, tenemos la libertad de elegir qué es lo que nos gusta y qué no. Mirando nuestra personalidad con cierta distancia, podemos reconocer miles de tendencias hacia todo: tenemos un poco de timidez, otro poco de atrevimiento, otro de sensual, de estudioso/a, de valiente…depende de nosotros trabajar en estas características, para desarrollar más esa parte del carácter que queremos destacar o no.

La mayoría de las personas están convencidas de que es imposible cambiar la personalidad porque viene en los genes, lo que no saben es que la epigenética desmonta esa creencia cuando afirma que nosotros podemos influir en muchos de nuestros genes y activarlos o desactivarlos con nuestros comportamientos o el estilo de vida que elegimos. Efectivamente, si elegimos creer que no podemos cambiar, y seguimos actuando de la misma forma, así va a ser.

autoimagen

  • También puede pasar que te des cuenta que lo que has hecho no se corresponde con tu nueva identidad y busques la manera de recordarlo para no caer la próxima vez.

Nuestro comportamiento es en un porcentaje altísimo aprendizaje, para desarrollar cada rasgo de nuestro carácter, hemos pasado años ensayando hasta que se ha convertido en una parte de nuestra personalidad. Si queremos erradicar ese comportamiento dañino, vamos a tener que esforzarnos en “desaprenderlo” poniendo en su lugar otra costumbre o hábito que sí queremos. Todas las experiencias vividas, el ambiente, los amigos o la cultura han ayudado a formar una personalidad concreta: te haces pesimista después de pensar durante mucho tiempo de forma negativa, te puedes llegar a convertir en un avaro si acaparas durante años bienes y objetos, te harás tímido si te encierras y no te relacionas, etc.

Por lo tanto, si comienzas a actuar de una forma concreta puedes acabar cambiando tu forma de ser.

  • Otra cosa que puede pasar es que reconozcas que has vuelto a las andadas, pero te digas que en realidad hacer eso te gusta y esa parte de ti no la quieres cambiar.

La posibilidad tercera es la menos útil para ti, si te autoconvences (=autoengañas) de que tampoco está tan mal y que te sientes cómodo/a actuando así en esta situación (en otras no, pero en este caso sí quieres seguir siendo así), vas a encontrarte que al cabo de unos meses resulta que estás en la misma posición de salida: has vuelto a tus hábitos y te sientes como antes de empezar, es decir, sufres con las consecuencias de tu comportamiento. Analiza, si este es tu caso, si no te están impidiendo el cambio tus miedos. Los cambios requieren de cierta dosis de valentía, es como tirarse en paracaídas, vas hacia algo desconocido, asumes riesgos y no sabes el resultado final. Con una planificación correcta y la organización adecuada se puede vencer ese miedo.

  • Piensas que es imposible, cambiar cuesta mucho esfuerzo y no lo conseguirás.

La cuarta opción es que pienses que el cambio que tú quieres está fuera de tu alcance. Esto puede pasar si el cambio que buscas es demasiado inespecífico, demasiado general y no sabes por dónde empezar, entonces, te generastú mismo/a frustración el comparar tu avance con tu anterior estado. Para evitar los cambios seguramente encontrarás excusas aparentemente razonables. Al cabo de unos días empiezas a creer que no merece la pena el esfuerzo y caes en la apatía y la inacción, dejas de luchar contra lo que tú piensas que es tu naturaleza y abandonas.

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  • Por último, también cabe la posibilidad de que al darte cuenta que has cometido el mismo error que querías evitar, te sientes a pensar en una estrategia, un truco para poner en práctica cada vez que veas que vas a caer de nuevo.

Recordatorios como cambiar de mano el reloj, poner una foto de fondo de pantalla en el móvil, un sonido de alarma, etc. Simplemente practicando lo contrario de lo que venias haciendo durante un tiempo, y una frecuencia adecuadas, vas a encontrarte una respuesta diferente en tu entorno. Tu voluntad de cambio marca el esfuerzo que haces y los resultados que alcanzas.

William James, un gran filósofo y psicólogo estadounidense, escribió que si quieres sentirte de una forma determinada debes empezar a realizar conductas coherentes con esa emoción que buscas. O lo que es lo mismo, aunque no estés alegre, si te comportas “como si” estuvieses alegre, acabarás por sentir esa emoción realmente.

Una cosa está clara: el esfuerzo que inviertas en tu crecimiento siempre te va a compensar.

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